Publicado en April 20, 2014
Por Lucy Calderón

Cómo se convive con las plagas de la caña de azúcar

El entomólogo José Manuel Márquez, coordinador del Programa Integrado de Manejo de Plagas de CENGICAÑA, junto a su asistente Elías López, anotan los hallazgos de los experimentos que realizan en el laboratorio. Foto: Lucy Calderón

En cada terreno de cultivo de caña de azúcar se toma una muestra de suelo para detectar qué tipo de organismos viven en él y así determinar la mejor manera de mantenerlos bajo control.  Foto:  Lucy Calderón

El entomólogo José Manuel Márquez muestra la colección de chinches salivosas que tienen en su laboratorio. Foto: Lucy Calderón

Los insectos y otros animales que dañan el cultivo de la caña de azúcar en Guatemala son diversos, sin embargo, solo se mantienen a raya aquellos cuya densidad ocasiona pérdidas en la producción de sacarosa y como consecuencia en la generación de divisas para el país.

“Manejo Integrado de Plagas” es como se le conoce a la estrategia de control que emplean los cañeros y productores de azúcar sobre esos organismos, porque se trata de convivir con una población de estos que no provoque pérdidas.

Para lograr ese cometido, “primero se debe comprender cuál es el daño que ocasiona la plaga, en qué momento se produce el período crítico de su ataque y después, según su biología se determina la forma de control más adecuada”, señala el entomólogo José Manuel Márquez, Coordinador del Programa Integrado de Manejo de Plagas, del Centro Guatemalteco de Investigación y Capacitación de la Caña de Azúcar (CENGICAÑA).

La efectividad del plan de manejo radica en el trabajo coordinado de los técnicos a cargo del departamento de plagas de cada ingenio del país y los investigadores de CENGICAÑA, quienes se  reúnen mensualmente para definir los pasos a seguir.

Algunas de sus estrategias las han adaptado de otros países o cultivos, mientras que unas más las han desarrollado con base al contexto local y su experiencia.

“En el caso de insectos, por ejemplo, después de determinar en qué momento de su metamorfosis ocasionan los daños o en qué etapa es más fácil capturarlos de forma masiva, hacia allí dirigimos las acciones”, indica Márquez.

La meta es hacer sostenible la producción de caña de azúcar, a través de practicar medidas culturales y biológicas que prevengan las explosiones de los organismos dañinos.

Los productos químicos los emplean únicamente por un tiempo prudencial y solo cuando la cantidad de bichos representa un riesgo considerable de pérdidas económicas. Después, regresan al control biológico o mecánico, porque contrariamente a ello, las plagas se tornan resistentes y también se elevan los costos de su manejo.

¿Qué bichos están al acecho?
En CENGICAÑA los investigadores han detectado 15 plagas de importancia económica ante las cuales deben estar preparados para prevenir o contrarrestar su ataque. Y como muchas de éstas no son detectables a simple vista, siempre tienen que hacer muestreos de los terrenos de cultivo, ya sea en el follaje, los tallos o en la raíz de las macollas.

Entre los bichos destacados están el barrenador del tallo, que en su fase larvaria lo perfora, se instala dentro de éste y mata el punto de crecimiento de la planta. A su vez, permite el ingreso del hongo conocido como muermo rojo, que degrada el azúcar en caña madura.

Otra plaga de cuidado es la chinche salivosa. Este insecto tiene un aparato bucal chupador-picador, y al mismo tiempo que se alimenta de la planta, le inyecta una toxina que degrada las hojas y frena el proceso de fotosíntesis; el crecimiento de la planta decae, lo cual se traduce en menos tonelaje de masa vegetal y producción de sacarosa.

También existe un complejo de plagas integrado por la gallina ciega, el gusano alambre, las termitas subterráneas y la chinche hedionda, que dañan el sistema radicular de la caña, limitan su nutrición y hacen que la macolla se desprenda del suelo.

Las termitas ascienden a la superficie de los campos cuando las lluvias se han establecido (entre julio y septiembre). Ellas comienzan degradando los residuos de cosechas anteriores que cubren el suelo, pero al terminarse este alimento (entre noviembre y diciembre) perforan el tallo maduro de la nueva siembra, lo que además, permite el ingreso del muermo rojo.

Los roedores también cuentan
La rata de campo, que se alimenta casi exclusivamente de vegetales, es otra de las amenazas de los cañaverales, los cuales son para ella un festín y una gran ayuda para desgastar sus dientes incisivos, que le crecen indefinidamente.  

Cuando los técnicos de campo detectan que los terrenos cosechados tienen más de un cinco por ciento de tallos dañados por estos roedores inician el programa de control: cortan la caña de la zona afectada, colocan cebos en los linderos y hacen capturas masivas para evitar que se trasladen a otro cultivo.

En la actualidad, CENGICAÑA también está fomentando la captura de estos roedores a través de sus  depredadores nocturnos: las lechuzas (Tito alba), porque su dieta es exclusivamente de ratas (95 por ciento) y una pareja puede consumir unas mil cada año.

Para más información sobre CENGICAÑA, visitar:  www.cengicana.org

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