Edwin Castellanos, la química de la política, también lo atrae

Edwin Castellanos, doctor en ciencias ambientales y director del Centro de Estudios Ambientales y Biodiversidad de la Universidad del Valle de Guatemala. Foto: Lucy Calderón

De izq. a derecha: Diego Pons, Gabriela Fuentes, Edwin Castellanos, Óscar González, Lourdes Jáuregui, Diego Incer, Jackeline Brincker, equipo de colaboradores del Centro de Estudios Ambientales y Biodiversidad de la Universidad del Valle de Guatemala. Foto: Lucy Calderón
Desde pequeño le gustó la ciencia y le encantaba leer enciclopedias. En una ocasión, por la compra de una, le obsequiaron a su mamá un libro sobre la Materia, de Time Life, que narra el desarrollo de la química desde los alquimistas hasta principios del siglo pasado.
Él lo vio y empezó a leer. Tenía 12 años, pero le encantó porque está bien escrito e ilustrado. Aún lo conserva.
Después, como obsequio de Navidad, le pidió a sus padres un juego de química. Le dieron uno pequeño. Entonces ahorró y compró otro más grande. Quería hacer más experimentos.
Ya en la secundaria, su profesor de química se fijó en su interés y facilidad por esta disciplina científica, así que le recomendó a su mamá que lo inscribiera en una universidad donde enseñaran ciencias puras. Así fue como Edwin Castellanos llegó a la Universidad del Valle de Guatemala (UVG) y comenzó su fructífera carrera científica.
Tras obtener su licenciatura en química fue seleccionado para una beca Fullbright de la Embajada de los Estados Unidos de América y estudió una maestría en química analítica en la Michigan State University. Posteriormente cursó y se graduó del doctorado en ciencias ambientales de la Universidad de Indiana.
En la actualidad, el Dr. Edwin Castellanos es director del Centro de Estudios Ambientales y Biodiversidad (CEAB) de la UVG. Y el año pasado lo eligieron para recibir la Medalla Nacional de Ciencia y Tecnología que conceden el Congreso de la República de Guatemala y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.
La entrega de esta presea, que el Congreso de la República aún le tiene pendiente por falta de “tiempo", reconoce a destacados profesionales guatemaltecos en áreas de investigación o desarrollo tecnológico de interés nacional.
La voz de la experiencia
A lo largo de su vida Castellanos ha comprobado que es una combinación de habilidad innata y hábitos de estudio la que ayuda a una persona a ser lo mejor posible.
“De patojo no estudiaba mucho porque se me facilitaba. Yo estaba siempre jugando y mi mamá me decía: 'vení a estudiar'. Y yo replicaba, ¡pero si ya me lo sé!... entonces ella me preguntaba algo sobre las asignaturas y yo le respondía”.
Hoy, siendo profesor universitario, he conocido a muchos alumnos que aunque buenos en la carrera que eligieron, carecen de hábitos de estudio y no desarrollan su potencial al máximo.
“Por eso hay que estar en lo que a uno le apasiona, tener disciplina y buscar otras áreas de interés, las que complementen nuestra pasión", añade.
Además, en esta época se enfatiza mucho el trabajo multidisciplinario, porque los problemas del planeta y de la sociedad son tan complejos que no podemos abordarlos desde una sola perspectiva”, enfatiza Castellanos.
De la química a las ciencias ambientales
Mientras cursaba la maestría en ciencias analíticas, en Estados Unidos, Castellanos aprendió distintas técnicas de análisis instrumental que hasta la fecha le son útiles.
Al regresar a Guatemala comenzó a trabajar como director de control de calidad en una industria que procesa hule y látex natural. Ahí se encargaba de efectuar análisis de laboratorio, liderar al personal a su cargo y comunicarse con clientes y proveedores. De esa interrelación y comunicación aprendió mucho, asegura.
Mientras tanto, a la empresa de látex la demandaron por supuesta contaminación de un riachuelo aledaño. Y al ser Castellanos el químico de la empresa, le tocó aportar la evidencia científica que demostrara que eran inocentes de lo que se les acusaba.
“Esa fue una experiencia que me obligó a leer sobre contaminación de agua. Hasta ese momento no me había percatado de la importancia del tema. Leí la legislación de esa época y me sorprendió encontrar que permitía que las empresas descargaran sus desechos con altos niveles de contaminación….las leyes siguen demasiado flexibles… Existe un reglamento de aguas residuales pero en la práctica el Ministerio de Ambiente es débil y no lo implementa. Todo mundo sigue descargando agua con niveles altos de contaminación”, dice Castellanos.
A raíz de ese conflicto por el agua del que salieron triunfantes, Castellanos determinó que su doctorado sería en química del agua; dos años siguió esa meta; luego enfocó sus estudios en captura de carbono y terminó recibiendo el doctorado en ciencias ambientales.
Sin embargo, a su regreso al país, se dio cuenta de que el conocimiento técnico es importante pero no suficiente para solucionar problemas ambientales, a menos que estas soluciones sean económicamente viables. Por lo que también decidió estudiar un diplomado en economía.
“Si la solución ambiental es económicamente viable caminará 100 veces más fácil; de lo contrario, ni la escucharán. Pero aunque la solución sea económicamente viable tampoco es suficiente. El reto más grande para solucionar un problema ambiental es convencer a las personas”, asegura.
Edwin Castellanos (de pie, con gorra y anteojos) recolectando muestras de plantas para determinar la cantidad de carbono depositado en ellas. Foto cortesía: Dr. Castellanos
¡Y cómo convencer a la gente?
Básicamente hay tres herramientas para convencer a las personas. A la fuerza, con incentivos o con educación, dice Castellanos.
Tristemente en nuestra sociedad muchas veces es por la vía de la coerción que las personas cambian una actitud. Qué bueno fuera si en el caso ambiental, en lugar de tener que imponer multas para que no se tire la basura en ríos o barrancos, las personas ya hubieran aprendido y entonces se les incentivara a seguir practicando buenos hábitos como el de separar los desechos que producen en sus casas.
Pero más allá de premiar o castigar, la educación es la solución a largo plazo, porque implica un cambio generacional. Si a los niños se les enseña a no tirar la basura en la calle, la siguiente generación ya no lo hará, y esa es mi esperanza dice el profesional.
Ojos que no ven….
Según la experiencia de Castellanos, muchas veces las personas actuamos por desconocimiento o costumbre. “Si de niños vimos que nuestros padres y demás integrantes del barrio, colonia o comunidad tiraban la basura en el barranco o en los ríos, crecemos pensando que es lo correcto. Por eso necesitamos educación”.
“Si además de ignorar el problema no vemos y no experimentamos los efectos de nuestra acción –mares, lagos, ríos, montañas contaminadas-, entonces no nos sentiremos responsables. Aquí queda como anillo el dedo el refrán ojos que no ven, corazón que no siente", asevera Castellanos.
Una prueba más de tal situación, es que durante los seis años que Castellanos hizo análisis del agua del Lago de Atitlán, le informó a los pobladores que esta se encontraba contaminada. Pero la respuesta que recibió fue: “sus anteojos necesitan graduación. Mire, el agua está limpia”. En términos de transparencia, eso es correcto, dice el científico, pero si pudieran ver una muestra de esa agua a través de un microscopio, se espantarían de la cantidad de bacterias que contiene. Dos años después de que Castellanos abandonó Atitlán, surgió la cianobacteria...
Y lo mismo ocurre con el gas de efecto invernadero conocido como dióxido de carbono, indica el investigador. Debido a que carece de olor y color no se nota y por eso tampoco se cree que el cielo esté contaminado.
Sentado a la izquierda, Dr. Edwin Castellanos junto a otros investigadores, durante su trabajo de recolección de muestras de agua del Lago de Atitlán. Foto cortesía: Dr. Castellanos
Guatemala frente al cambio climático
Para el país lo más importante frente al cambio climático es la adaptación. Y de acuerdo con los ocho años de experiencia que Castellanos tiene trabajando en la temática se ha dado cuenta de que se debe involucrar en la solución a todos los sectores de la sociedad.
Sin embargo, la parte de la negociación es lo más difícil, dice Castellanos. "Hay muchos intereses de muchos sectores y muchas veces opuestos. Cómo congeniarlos o buscar un punto cercano o común es complicado, porque nuestra sociedad sigue estando polarizada. Y hay mucha desconfianza”.
“Las personas de un sector creen que los de otro los quieren perjudicar, entonces como llegan a las reuniones con esa idea sin fundamento, ya no se puede negociar y no se logran acuerdos”.
Comunicar, comunicar, comunicar
Después de la habilidad y el trabajo duro, la comunicación del quehacer científico es el tercer ingrediente del éxito de un buen investigador, asegura Castellanos.
Lo bueno es que como muchas cosas en la vida, aprender a comunicarse verbal y por escrito puede aprenderse. Si se tiene el talento, mucho mejor; de lo contario hay que capacitarse para lograrlo, porque de nada sirve ser excelente en lo que se hace si no se puede comunicar. Y en el ámbito de la temática ambiental la comunicación es un factor clave.
¡Y para qué comunicar? Los científicos tenemos tres públicos con quienes interactuar, afirma Castellanos. Primero, con otros científicos, a través de publicaciones del área de interés. Esto tiene su arte, su técnica y quien no publica no crece.
Luego, hay mucho trabajo en el ámbito de la comunicación con tomadores de decisión, para que basen sus leyes en evidencia científica. Para eso debemos, además de expresarnos verbalmente, saber escribir propuestas, proyectos e informes.
Y el tercer grupo, uno bastante importante, el público en general, indica el profesional.
Un ejemplo del trabajo de comunicación de la ciencia para personas no expertas, realizado por el Dr. Castellanos junto con la ingeniera Jackeline Brincker es la publicación del documento Las preguntas más frecuentes sobre cambio climático que puede consultar aquí.
De científico a político…
Aquí en el Centro de Estudios Ambientales y de Biodiversidad, aunque se creería que trabajamos solo por animales y plantas, lo hacemos en función de la necesidad humana. Por eso, lo que me motiva son los guatemaltecos y sobre todo los más necesitados, dice Castellanos.
“Guatemala es un país rico con muchos pobres y eso es injusto. Quiero que Guatemala sea para todos los guatemaltecos. Ya no debiera haber exclusión, división, polarización. Sueño con un país más integrado”, dice el investigador.
De tal manera que recibir la medalla de ciencia y tecnología, añade, será un reconocimiento al esfuerzo de un equipo, porque tengo un grupo de trabajo excelente, que me apoya. Y también significará darle importancia a la investigación en temas ambientales.
Sin embargo, Castellanos considera que la presea, hasta cierto punto determina un culmen en su carrera científica. Gradualmente quiere dedicarse, a través de la política, a convencer a la gente de la importancia del medioambiente para el desarrollo del país. Y ya tiene experiencia.
Ha sido asesor de uno de los exministros de ambiente, ha participado en las negociaciones de las Conferencias de las Partes sobre cambio climático, siendo el autor principal del capítulo sobre Centro y Sudamérica del Grupo II (Vulnerabilidad y Adaptación) del Quinto Informe sobre Cambio Climático del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés).
“Ya no podemos continuar alejándonos de la política por considerarla corrupta. Seguirá siendo así mientras no nos involucremos y participemos. Existe un grupo de gente intelectual y trabajadora que está tratando de hacer las cosas diferentes y ahí quiero estar yo también”, dice Castellanos, quien asegura que aunque dé el siguiente paso en su carrera profesional seguirá siendo un químico de corazón.
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