Publicado en February 18, 2016
Por Lucy Calderón

Un despertador de la curiosidad

Foto cortesía: Principia

Juan Scaliter (a la derecha) presentó su obra a varios niños en la librería Venir a Cuento, de Madrid, España. Foto: cortesía Juan Scaliter

Los niños muy atentos escuchan el relato de Juan. Foto cortesía: Juan Scaliter

Revista Principia. Foto cortesía: Juan Scaliter

Es periodista y además de haber realizado diferentes especializaciones sobre ciencia, siempre supo que quería escribir, porque según relata, cree nunca haber dejado la infancia. Primero porque sigue teniendo una curiosidad insaciable por comprender lo que ocurre a su alrededor y segundo porque continúa sorprendiéndose de todo.

Él es Juan Scaliter, periodista científico y divulgador desde hace casi 20 años. Comenzó en Argentina, donde nació. Ahí trabajó en la revista Muy Interesante. Luego viajó a España, donde vive actualmente y comenzó a colaborar con más medios: Quo, Geo, Esquire, Traveler, diferentes cadenas de radio y televisión. Y siempre relacionando todo con la ciencia.  

A finales de 2015 publicó su más reciente creación literaria: La vida de Cian, un cuento de ciencia para niños que aborda la inteligencia artificial.

Juan es padre de tres niños y antes de trabajar como periodista fue profesor de educación física…, “de algún modo el germen de trabajar con niños siempre estuvo allí”, responde cuando se le pregunta por qué se interesó en divulgar ciencia para niños.

“Primero lo hacía en casa, con mis hijos, pero luego me di cuenta de que en la educación se transmite de algún modo un temor casi reverencial por la ciencia y los alumnos crecen pensando que la ciencia es para los más inteligentes, que es algo complicado y que no llegarán a entenderla. Esto tiene el efecto de, primero y superficialmente, alejarlos de la ciencia y, segundo, hacerles creer que no son inteligentes, que no son capaces de comprender, cuando a menudo el obstáculo está en el método de enseñanza y no en el niño”, dice Juan.

"Los niños tienen una curiosidad innata insuperable y no hay nada que conozca que pueda alimentar esa necesidad como la ciencia", añade. "Ésta les hace comprender, razonar, maravillarse y, más importante, les obliga a preguntarse y a imaginar respuestas cuya certeza solo se puede demostrar…con ¡Ciencia!, es un círculo perfecto".

Además, Juan ve cómo muchos de sus colegas gastan días, años y recursos en intentar explicar a los adultos por qué no deberían creer en la homeopatía, la astrología u otras prácticas pseudocientíficas. Y, a su juicio, es una batalla perdida. "Quienes creen en ello, lo seguirán haciendo, ya son adultos", afirma.

"Algunos, que dudan quizás 'cambien de bando', pero la mayoría seguirán sosteniendo el 'pues a mí me sirve'. Hay que enseñar ciencia a los niños y la principal razón es que les guiará hacia dos máximas en la vida: el pensamiento crítico, que impedirá que les engañen y la búsqueda de la fuente de información, que evitará que engañen a otros", comenta. 

Para Juan, en una época en la cual las redes sociales difunden y hacen viral cualquier tontería y les hacen creer cualquier cosa (como el mito de que usamos solo el 10 por ciento del cerebro), que los niños puedan cuestionar lo que ven y oyen, será el camino no solo para el avance de la ciencia, sino el de una sociedad más consciente en otros aspectos.

Para conocer más sobre la pasión de Juan Scaliter, EcocienciaGT lo entrevistó.

¿Por qué te inclinaste en comunicar la ciencia a través de cuentos?
Es la forma en la que los niños mejor entienden el mensaje, es más íntimo, sobre todo, como en este caso si puedo hacerlo en persona. Y porque concibo mi trabajo más como un despertador de curiosidad orientado a la ciencia que como una lección científica. Busco sembrar una semilla y que quieran saber más, no que vuelvan a sus casas con una fórmula aprendida de memoria. La enseñanza se ha basado mucho en el aprender y poco en el comprender. 

¿Quién o qué fue tu inspiración para escribir sobre Cian?
La historia la escribí durante más de un mes en mi cabeza, pero no fue hasta darme cuenta de lo que significaba y al recibir la propuesta de Principia, que le di cuerpo. 

Me inspiró un niño que conocí en el parque. Yo iba con mi hija Clara (la menor, la mayor se llama Morena y el niño Fran) y ella se puso a jugar con un niño que estaba también con su padre. Me puse a hablar con él y cuando le pregunté el nombre de su hijo, su respuesta fue Cian. Y me encantó: ¡de gustarme y de hechizarme!.

Las niñas tienen nombres como Violeta, Rosa, Blanca…pero no hay ningún color para niños, me explicó el padre. Y me pareció fantástico. Creo que ese niño fue la inspiración.

¿Cuál es el principal reto de escribir para niños y en especial sobre ciencia?
Los niños tienen mucha imaginación. Mucha. Ellos enseguida entienden palabras como Doctorres. Para nosotros es un error tipográfico. Ellos lo entienden todo. Y si no, en general, preguntarán. Creo que en ciencia para niños, el principal reto es evitar querer darles las respuestas. Queremos que comprendan la longitud de las ondas infrarrojas, cuando a ellos les gusta el arcoíris. Hay que tentarlos para que hagan preguntas, para que duden y se sorprendan.

En una oportunidad estaba contando un cuento relacionado con la evolución, eso disparó preguntas sobre cómo era, porqué ocurría, los genes, etc. Entonces, una niña levantó la mano, Lucía se llama, y me dijo: “¿Y para qué pasa eso? No me preguntaba el porqué, es decir, la razón, los mecanismos. Ella quería saber el propósito, la finalidad. A los adultos nos basta con una razón, somos racionales. Ellos precisan también de la emoción. Por eso los cuentos son tan importantes, no necesitan de la razón para ser coherentes. Eso llegará más tarde.

Además de ciencia, en tu cuento hay mensajes sobre valores como la amistad, la confianza, el amor y también un tema del que pocas veces se le habla a los niños: de la muerte  ¿Qué me puedes decir al respecto?
Introducir la muerte en el cuento no fue premeditado, en absoluto. Es una buena pregunta y no me había dado cuenta de ellos hasta que lo mencionaste. Supongo que se puede hablar de la muerte sin mencionarla.

La mayoría de los niños, afortunadamente, son ajenos a esta experiencia desde lo emocional, pero cuando comienzan a jugar a videojuegos, a ver películas o si tienen una mascota en la casa, el concepto de muerte aparece, en la realidad o en la ficción. No hay una forma correcta de encarar este tema, cada niño es un mundo y tiene su propio mundo, con sus propias leyes para explicar qué es la muerte. Y lo mejor para saber qué opina es preguntárselo si en algún momento surge el tema. Puede sorprendernos su respuesta.

Además de esos mensajes, ¿qué otro deseas transmitir?
Lo que más me importa es transmitir la necesidad de ser curiosos, que la lectura estimule preguntas, que los niños y también los adultos busquen, investiguen y se atrevan a cuestionarse cosas. ¡Si es de ciencia, mejor!

En la actualidad Juan está escribiendo un cuento sobre óptica, luces, y colores. También está gestando un proyecto de divulgación para niños no videntes y participando en un programa de formación para llevar la divulgación a niños que tienen que permanecer mucho tiempo en un hospital.

Los interesados en el cuento pueden conseguirlo comprando la revista Principia en línea y también pueden seguir a Juan a través de su blog La ciencibilidad o de su Twitter: @LaCiencibilidad

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