Publicado en July 28, 2018
Por Lucy Calderón

Actuemos juntos en la defensa del Ecosistema Manglar

De izq. a derecha: Úrsula Parrilla, Directora de País de UICN; William Melgar, representante de la Gerencia del INAB; y Raquel Sigüenza, Coordinadora del Proyecto Marino Costero del PNUD. Foto: Lucy Calderón/EcocienciaGT

El Ecosistema Manglar es considerado uno de los más productivos del planeta al proporcionar un hábitat crítico para la reproducción y crianza de diversas especies  terrestres, marinas y costeras de importancia comercial.

Constituye una barrera natural que protege a las comunidades de eventos climáticos extremos como huracanes e inundaciones; estabiliza las costas y reduce la erosión del suelo.

Los mangles también son la base económica de muchas regiones tropicales a escala mundial y a pesar de la alarmante pérdida de 35 millones de hectáreas de mangle en el mundo, los que quedan siguen proporcionando 1,600 millones de dólares anuales en servicios ecosistémicos -según estimaciones de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) -tales como ecoturismo, fuentes energéticas, producción de alimentos y recarga de mantos de agua subterránea.

Por ejemplo, en el Área de Usos Múltiples del Río Sarstún (AUMRS), en el departamento de Izabal, Guatemala, hay 254 hectáreas de mangle que sustentan la vida de comunidades de origen garífuna, q'eqchi' y ladino. Y el valor que generan esos mangles dentro del sector pesquero del AUMRS se estima en unos US$41,298 anuales en producción de camarón y unos US$48 mil en producción de robalo, según los resultados de una evaluación económica y cultural del manglar que realizó la Fundación para el Ecodesarrollo y la Conservación (FUNDAECO) y que presentó Guillermo Gálvez durante el I Simposio Manejo Forestal Sostenible en el Ecosistema Manglar.

El simposio efectuado el 25 y 26 de julio, en el marco del Día Internacional por la Defensa del Ecosistema Manglar -que se celebra el 26 de julio-, estuvo coordinado por el Instituto Nacional de Bosques (INAB), el Programa de Naciones Unidas (PNUD) y la UICN, con el apoyo del proyecto “Conservación y Uso Sostenible de la Biodiversidad en Áreas Marino-Costeras”, implementado por el PNUD y financiado por el fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF, por sus siglas en inglés).

Las raíces de los mangles permiten que sean fuertes barreras naturales contra eventos climáticos extremos. Foto:  Lucy Calderón/EcocienciaGT

Situación local del mangle
A nivel nacional los mangles cubren 25,089 hectáreas, de las cuales el 23 por ciento está en áreas protegidas y el 77 por ciento fuera de estas.

Sin embargo, en Guatemala, desde 1950 y por diversas causas como la tala inmoderada, el cambio de uso de suelo para la construcción de camaroneras, viviendas o cultivos agrícolas, la contaminación de los cuerpos de agua con desechos sólidos y líquidos, ha perdido una extensión aproximada de 26 mil hectáreas, según datos de la Política para el Manejo Integral de las Zonas Marino Costeras de Guatemala, del Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales, (MARN) 2009.

Para lograr su recuperación, el INAB ha desarrollado iniciativas de reproducción de las distintas especies de mangles que existen en el país: Mangle Rojo (Rhizophora mangle); Mangle Blanco (Laguncularia racemosa); Mangle Botoncillo (Conocarpus erectus L.) y Mangle Negro o Madre Sal (Avicennia germinans).

También ha abierto canales para propiciar su regeneración natural, ha establecido viveros, fuentes de semillas y de plántulas, junto con la aplicación de técnicas como la plantación directa y la plantación de estacas de mangle botoncillo entre otras.

A través del programa de incentivos forestales PROBOSQUE ha garantizado la permanencia de más de 4,400 hectáreas en las que se han invertido más de Q6.4 millones.

Con la Estrategia Nacional para la Restauración del Paisaje Forestal, el INAB también implementa varias acciones que tienen como meta recuperar 10 mil hectáreas. Para ello, coordina actividades de forma directa con las comunidades circunvecinas a estos ecosistemas, las cuales están organizadas y representadas en las Mesas Locales de Mangle. De estas hay nueve en el Litoral del Pacífico y una en el Atlántico.

Los manglares son el hogar permanente y estacional de muchas especies de aves. Foto: Lucy Calderón/EcocienciaGT

Capacitación es clave para saber cómo conservarlo
Como pocas veces se puede valorar y proteger lo que no se conoce, el I Simposio Manejo Forestal Sostenible en el Ecosistema Manglar reunió a técnicos de diversas entidades gubernamentales y no gubernamentales, así como de la iniciativa privada, con el objetivo de fortalecer sus capacidades y comenzar la elaboración de un Manual de Lineamientos Técnicos del Recurso Forestal en el Ecosistema Manglar, y la propuesta metodológica de su restauración y la de bosques asociados a riberas de ríos en el Pacífico de Guatemala.

Los participantes conocieron las experiencias de sus colegas en cuanto a manejo forestal de manglares, los lineamientos para su uso sostenible, su restauración y su capacidad de captación de carbono de la atmósfera.

En cumplimiento de las metas de Aichi
Al finalizar el simposio hubo una conferencia de prensa en la cual Raquel Sigüenza, Coordinadora del Proyecto Marino Costero del PNUD resaltó que la organización que representa, junto con su aliado estratégico UICN, acompañan al INAB en el cumplimiento de la Meta 11 de Aichi para la Diversidad Biológica.

Las Metas de Aichi son 20 metas agrupadas en torno a cinco objetivos estratégicos, que deberían alcanzarse de aquí a 2020. Forman parte del Plan Estratégico para la Diversidad Biológica 2011-2020, aprobado en 2010 por la 10ª reunión de la Conferencia de las Partes en el Convenio sobre la Diversidad Biológica. La misión es “detener la pérdida de diversidad biológica a fin de asegurar que, para 2020, los ecosistemas sean resilientes y sigan suministrando servicios esenciales, asegurando de este modo la variedad de la vida del planeta y contribuyendo al bienestar humano y a la erradicación de la pobreza…”.

Sigüenza añadió que el proyecto que coordina y que también tiene como socios al MARN y al Consejo Nacional de Áreas Protegidas (CONAP) pretende dejar propuesto un subsistema de áreas protegidas marino costeras para el Litoral Pacífico de Guatemala.

Junto con INAB y CONAP están actualizando el reglamento para el aprovechamiento sostenible de manglares y con UICN están sistematizando experiencias de restauración. Con socios como Rainforest Alliance trabajan en algunas comunidades para que puedan participar de incentivos PROBOSQUE, mientras que con el Instituto Privado de Investigación sobre Cambio Climático (ICC), el INAB y el CONAP están desarrollando metodologías homologadas para medir parcelas forestales de manglares, además de contribuir con otras instituciones para el control y la vigilancia del ecosistema y monitorear la diversidad biológica que en él habita.

William Melgar, en representación de la gerencia del INAB indicó que la ley PROBOSQUE, al contemplar los incentivos para la restauración forestal, contribuirá en los esfuerzos de esa institución por recuperar las áreas degradadas.

Durante la conferencia de prensa, Úrsula Parrilla, de UICN, resaltó la importancia de proteger los manglares. Foto: Lucy Calderón/EcocienciaGT

Úrsula Parrilla, Directora de País de la UICN enfatizó el papel de los manglares en la mitigación de los efectos del cambio climático y en dar cobijo a especies únicas en el mundo. Por ello, motivó a que se busquen soluciones conjuntas para hacer uso sostenible de los mangles y recuperar las áreas degradadas. “Hay que defender, legislar y presupuestar para que este ecosistema no se siga perdiendo a ritmos alarmantes”, subrayó.

¿Y nosotros qué podemos hacer desde nuestra casa para colaborar? Disminuir nuestra producción de basura, porque cuando esta no tiene una adecuada disposición final, llega a contaminar ríos, lagos, mares, océanos y en consecuencia, a los manglares. Evitar el desperdicio de agua también es importante. Los manglares dependen de un adecuado flujo hídrico y sin agua, no hay vida.

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