Publicado en March 10, 2014
Por
Una joven y activa detective de proteínas
Los israelíes quieren que se les conozca más allá de las situaciones de conflicto que experimentan y que son las más difundidas en los medios de comunicación, porque al igual que los habitantes de cualquier otro país también tienen cosas buenas para compartir y ciudadanos de los cuales enorgullecerse.
Las mujeres participan activamente en este esfuerzo por demostrar la cultura de innovación, disciplina y sobre todo de amor a su país que ha hecho que Israel sobresalga en distintas disciplinas científicas. La Dra. Maya Schuldiner es un buen ejemplo a destacar.
Después de haber vivido seis años en Estados Unidos para llevar a cabo sus estudios postdoctorales, ella regresó a Israel, porque cada minuto extrañaba su país, a sus familiares y amigos, su cultura, música e idioma.
A su retorno, ingresó al Instituto Weizmann de Ciencias (www.weizmann.ac.il/), uno de los centros líderes del mundo en investigación multidisciplinaria, que además, provee todas las facilidades para que quienes allí trabajan, se sientan como en casa.
“Ser científico conlleva un proceso creativo como el de un artista y para ser creativo debes tener balance emocional, físico y mental y aquí obtienes todo eso”, comenta con gran satisfacción Schuldiner.
“Hace cinco años cuando regresamos a Israel con mi esposo teníamos dos niños, ahora son tres, pero el menor se queda en la sala cuna que hay en el instituto. Y es que en este campus todos los investigadores nos sentimos parte de una gran comunidad, en la que compartimos no solo nuestra pasión por la ciencia, sino una vida”.
Cuando se le pregunta a Maya por qué no consideró quedarse en el extranjero para así darle un ambiente distinto a sus hijos, ella responde que todas las ciudades tienen sus situaciones, ambiente, política, pobreza, enfermedades… “Al final, tu conexión con tu país es lo que te da fortaleza y prefieres estar en él y con tus familiares. Por mi parte, trataré de criar a mis hijos siendo capaces de vivir con esto y con la idea de hacer de Israel un mejor país”, afirma con seguridad.
¿Pero qué la motivó a interesarse por una carrera científica? Maya relata que después de terminar su servicio en el ejército viajó a Paris, Tailandia y China. Ella ya había decidido que a su regreso estudiaría medicina.
Sin embargo, durante su viaje tuvo tiempo para leer, para pensar, para descansar y mientras estaba en su travesía, su hermano le envió un libro en el que se explicaban las reglas simples de la biología. Cuando terminó de leer el libro se dio cuenta de que no quería solo aprender lo que otros ya habían descubierto. Ella también quería descubrir cosas y cuando regresó a Israel, a pesar de que ya había sido aceptada en la universidad y que solo faltaban dos días para comenzar el año escolar, hizo unas llamadas a quienes podían ayudarla y cambió de carrera. Estudió biología.
“Estoy muy feliz con mi elección, porque un buen biólogo puede encontrar la magia en todos los organismos que estudia”, dice Maya. "Básicamente quienes trabajamos en mi laboratorio somos detectives de proteínas. Tratamos de encontrar qué hacen esas unidades de vida que llevan a cabo todas las funciones de las células en el cuerpo", añade.
“¿Por qué nos importa saber qué hacen las proteínas? porque si analizamos hay unas 120 mil proteínas en nuestro cuerpo, muchas son similares y solo conocemos el 30 por ciento de lo que hacen unas 5 mil. Y si queremos ayudar a curar enfermedades, tenemos que saber qué parte de esas proteínas sustituir".
"Por lo tanto, antes de que puedan hacerse mayores avances en la medicina, hay que hacer ciencia básica y entender qué trabajo realiza cada pieza. Para ello estamos usando una nueva táctica que no se había hecho antes y que es 100 veces más rápida. Con ayuda de un brazo robótico controlado por una computadora hacemos cientos de miles de experimentos al día, mientras que un estudiante solo puede hacer un par de ellos en cinco años”.
“Esta tecnología permite enfocar la capacidad de los estudiantes en la integración de datos y así entender qué funciones desempeña determinada proteína, a esto se le conoce como Genómica Funcional, la cual acelera el porcentaje de descubrimientos en su laboratorio, donde en los últimos cinco años, hemos descubierto el funcionamiento de 10 proteínas”, comenta con satisfacción Maya.
"Si más laboratorios hicieran esta ciencia básica y se ayudaran de la robótica y técnicas computacionales para revelar complejos procesos biológicos, sería más fácil entender qué está realmente mal en un paciente, porque se analizará la raíz del problema, no solo la superficie", puntualiza Schuldiner.
Para conocer más sobre el trabajo de Schuldiner visitar la páginawww.weizmann.ac.il/molgen/Maya
Add new comment